Hoy no dejo de mirar a mi hija.
No por postureo, no por ternura de anuncio,
sino porque la envidio con rabia bonita.
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La veo vivirlo todo con los ojos encendidos.
Cada cosa que toca, la convierte en magia.
Ve colores donde yo veo facturas.
Ve aventura donde yo veo tráfico.
Ve vida donde a veces solo vemos rutina.
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Y lo peor?
es que nosotros también fuimos así.
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¿En qué momento nos volvimos tan moñas?
¿Cuándo empezamos a mirar los días como si fueran un castigo?
¿Cuándo dejamos de ilusionarnos por estrenar algo, por correr, por saltar, por hacer el tonto, por gritar de alegría?
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Yo hoy lo he vuelto a ver.
No solo en ella.
También en un padre y su hijo, que vinieron a recoger su coche y se fueron camino de un pueblo de Granada, con el motor rugiendo y los corazones todavía más.
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Y ahí lo entendí.
Estrenar un coche no es solo re-estrenar este BMW X1.
Es rescatar al niño que fuiste.
Es recordar que vivir debería doler de lo bonito que es.
Es enchufarte otra vez a esa energía que tú también llevabas dentro. Y que aún está ahí.
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Así que hoy no te vendo nada.
Te lanzo una verdad como un volantazo:
Redescubre lo que olvidaste.
Siente. Ilusiónate. Haz locuras sanas.
Y si un coche es el detonante que necesitas,
te lo ponemos fácil con este X1.
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Gas a fondo, alma arriba.
Que siga la fiesta.
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Y si hace falta?
lo escribimos juntos con alguna tecla loca de tu niño interior.